El regreso del Jedi: ositos de felpa y un hombre redimido
Ésta es la tercera entrega del ciclo retrospectivo de la épica espacial más grande de todos los tiempos: Star Wars.

El borrador inicial del guion de la película que habría de cerrar la historia iniciada por Star Wars (1977) se caracterizaba por estar lleno de traiciones y resoluciones tremendas. George Lucas, creador de la saga, rechazó rotundamente estas ideas y prefirió otro tipo de final. Aun cuando los fanáticos se emocionaron al enterarse que la cinta habría de llamarse La venganza del Jedi, eventualmente vieron una conclusión libre de pesimismo y una trama en la que su protagonista maduró y fue capaz de extender su capacidad para amar y perdonar a su padre.
El regreso del Jedi abre en los momentos más críticos de una guerra civil destructiva. El Emperador (Ian McDiarmid), cada vez más ciego por su poder, ordena la construcción de otra Estrella de la Muerte para apuntarle a los Rebeldes y someter a la galaxia mediante el miedo. Mientras tanto, la banda de personajes pintorescos en quienes recae la esperanza del mundo entero está más interesada en resolver un asunto personal: el aprendiz de Jedi Luke Skywalker (Mark Hamill) y la Princesa Leia Organa (Carrie Fisher), entre otros aliados, regresan al planeta Tatooine para rescatar a su amigo Han Solo (Harrison Ford) de las garras del repugnante criminal Jabba el Hutt.
Este viaje, destinado a resolver un cabo suelto de El Imperio Contraataca (1980), le cuesta varios minutos a una cinta que debería tener otras prioridades, si bien Regreso jamás deja de ser entretenida o corresponder con el viaje de héroe de Luke. Aunque la dirección de Richard Marquand es estéril comparada con la de su predecesor Irving Kershner, los valores de producción del antro de Jabba son filmados con cuidado y espectáculo.
Jabba, en particular, es el logro de artistas que debieron coordinarse para controlar la cola, cada ojo y la boca de una figura voluminosa rodeada de criaturas que no se parecen la una de la otra. La artesanía invertida en estas criaturas sigue impresionando porque jamás parecen falsas al ser efectos prácticos y no generados por computadora. No obstante, el humor en este sitio es excéntrico comparado con las entregas anteriores: Jabba y su rata mascota ríen constantemente como si fuesen malos de pacotilla, con orquestas y bailarinas que impiden que intimiden.
En la confrontación final con este villano, Luke es distinto. Ya no es el adolescente lleno de quejas que dejó Tatooine cuando prefirió un destino lleno de ideales. Es una figura vestida de negro, con superpoderes, un sable de luz verde y la convicción de estar siempre para sus amigos. Luke es un Jedi en acción, el primero que el mundo ve después de décadas sin la guía espiritual de esta orden, cortesía del genocidio perpetrado por el Emperador.

Esta secuencia es un punto crucial para la franquicia. Una Princesa Leia en un infame bikini de bronce y un Han Solo temporalmente ciego agregan diversión a un escapismo que es tan divertido como ridículo. Luego de la oscuridad presentada en Imperio, estos instantes aseguran a la audiencia que Star Wars no corresponde a un mundo de seriedad y desesperanza. Esta visión no es dañina para la audiencia, aunque sí actúa en detrimento de una película que renuncia a ser seria cuando lo necesita y prefiere ser una caricatura de sí misma. Por ejemplo, Han Solo vence a Boba Fett, una de las presencias más populares de la trilogía original, al golpearlo con un palo y empujarlo accidentalmente a las fauces de un gusano.
Terminada la trifulca con este bicho, la pandilla restaurada se dirige al planeta Endor en una desesperada misión para acabar con la Segunda Estrella de la Muerte con todo y Emperador adentro. Esta sección del filme prepara el campo para la batalla final de los rebeldes contra el Imperio Galáctico, y se explican apresuradamente varios hechos. Luke presencia el fallecimiento del maestro Yoda (Frank Oz) y, en una conversación con el fantasma de Obi-Wan Kenobi (Alec Guiness), descubre que Leia es su hermana.
Este dato tan importante no cambia el rumbo de la historia más allá de cómo reacciona Luke a la noticia. Tampoco provee un arco narrativo para Leia, quien, minutos antes, se infiltró en la guarida de un mafioso para rescatar al hombre que amaba y derrotar a aquél villano con efectividad y estilo.
En Endor, la película posiciona a Luke en una última confrontación con Darth Vader y se presenta a una raza de indígenas que, para colmo, parecen peluches: estos son los Ewoks, criaturas cruciales para la derrota del Imperio. De este modo, cortejando de nuevo una extravagancia, la película provee poca acción para sus personajes secundarios, sobre todo para Han Solo, quién pese a tener una sección del filme dedicada a su rescate, simplemente sobra durante el resto de la película (el co-escritor Lawrence Kasdan, consciente de esto, quería matar a Han en sus borradores iniciales). Por su parte, los antagonistas no tienen nada que hacer: Vader, toda una presencia intimidante, se mantiene pasivo, y el Emperador se limita a asegurar cómo sus planes malévolos están saliendo a la perfección.
Una vez que Luke Skywalker conoce al Emperador en la Estrella de la Muerte, la película estalla con el mejor contenido dramático de la trilogía. Luke confronta a Darth Vader, su padre, quien sigue siendo víctima de las artimañas del Emperador, quien quiere reemplazarle con alguien más joven. Entretanto, tememos que Luke pierda la fe que deposita en sus amigos y cumpla con el propósito de su adversario.
Con Ian McDiarmid devorando el escenario al escupir cizaña y pensamientos destructivos hacia Luke, la batalla de sables luz entre padre e hijo se desata y culmina cuando Luke, ya casi preso por el Lado Oscuro, amputa una mano a Darth Vader. Justo antes de dar el golpe final, Luke reflexiona sobre la mano que su padre le amputó en la película anterior y se da cuenta de que puede perder su integridad física al dejarse llevar por la ira.

Luke se voltea hacia el Emperador y dice: “Nunca. No me uniré al Lado Oscuro. Falló, su Alteza. Yo soy un Jedi, como mi padre antes de mí.” Suenan los aplausos de miles de niños inspirados y contentos, hasta que el Enemigo se enoja y electrocuta a nuestro héroe. Al mismo tiempo, todo parece perdido para Han, Leia y los Ewoks que intentan destruir el campo de fuerza que rodea la Estrella para que la flota de la Alianza Rebelde pueda destruirla.
Lo más impresionante de este clímax, más allá de la confrontación en el espacio, es que se siente tan cerca la derrota. Aunque es absurdo que los Ewoks hagan frente a un batallón imperial, estos ositos ponen la cara por las fuerzas del bien. Incluso con tanta cursilería, la película jamás disminuye el impacto del momento más precioso de toda la saga: la redención de Darth Vader al abrazar los vestigios del hombre que solía ser, Anakin Skywalker.
La mayor recompensa de esta franquicia es ver a Darth Vader, vulnerable y débil, luego de derrotar al Emperador cuando este casi acaba con la vida de su hijo. La película se llama El regreso del Jedi no porque Luke haya completado su entrenamiento, sino porque Anakin Skywalker deja ir su odio y, pese a sus crímenes, devuelve el amor de su hijo, rescatándole y salvando a la galaxia entera.
En escenas anteriores, Darth Vader le dice a Luke que “es muy tarde para él”, pero cuando se redime y arriesga su vida por su hijo, le agradece por tener “razón sobre él”. Es decir que, gracias a la persistencia de Luke, la sombra de Darth Vader reconoció dentro de sí que todavía podía tomar la decisión correcta. Por su parte, Luke controló sus emociones, aprendió a tener paciencia y se convirtió en lo que su padre debió haber sido: un hombre que ama sin condiciones.
Al abrazar con fuerza la redención de un hombre que parecía sumergido en un odio incoercible es como El regreso del Jedi, con todo y tropiezos, tiene los momentos más emotivos de la trilogía original. Sin embargo, es en este punto cuando la franquicia empezó a apelar más a su audiencia infantil, cortejando todo tipo de situaciones ridículas con el fin de aliviar la reacción de las familias a una trama muy violenta sobre el totalitarismo. Es así como esta película resulta ser el preludio de una trilogía incapaz de conciliar la seriedad mitológica de la franquicia con un humor forzado que no apelaría a los fanáticos que crecieron con los episodios originales.

Carlos es un médico y profesor colombiano. Descubrió su amor por el cine a los 7 años, cuando su papá le consiguió un reproductor VHS y varias cintas. Luego de ver Star Wars – Episodio III se enamoró para siempre de las salas de cine. Más adelante, se obsesionó con coleccionar películas en DVD y Blu-ray. Durante el curso de su carrera de medicina, sus amigos le convencieron de escribir sobre las cintas en su colección y henos aquí…