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El imperio contraataca – El Gold Standard de las secuelas

Escrito el 21 junio, 2021 @ECinematografo
Esta es la segunda entrega del ciclo retrospectivo de la épica espacial más grande de todos los tiempos: Star Wars.

Cuando el inmenso éxito comercial de Star Wars llevó a la producción de una secuela, George Lucas decidió financiar El imperio contraataca (también llamada Episodio V) con su propio dinero, logrando así libertad de decisión sobre cada aspecto del filme sin intervención del estudio. Lucas se responsabilizó de la producción ejecutiva y delegó a Leigh Brackett la tarea de escribir la historia.

Lucas descartó gran parte del trabajo que Brackett entregó, pero aun así le dio crédito: la escritora trabajó con él cuando sus pensamientos «no estaban del todo organizados«, fue persistente aun cuando luchaba contra el cáncer que la vencería tiempo después y varios elementos de su borrador terminaron en la historia final. El guionista Lawrence Kasdan (que estaba trabajando al mismo tiempo en Cazadores del arca perdida) escribió el guion definitivo para un Lucas más seguro del curso de su historia. Finalmente, Lucas necesitaba una película capaz de sentirse madura y profunda, así como fresca, razón por la que seleccionó a Irvin Kershner, su profesor en la escuela de cine, como director.

En Star Wars, Luke Skywalker (Mark Hamill) fue iniciado en el camino de la Fuerza y la guerra civil galáctica. En Imperio es forzado a convertirse en un adulto cuando las fuerzas enemigas avanzan en contra la alianza rebelde. Con esta premisa, la primera secuela de una de las franquicias más exitosas no promete ser una divertida réplica de la original, sino un desafío a las expectativas de la audiencia.

Imperio abre con una elaborada maniobra militar lanzada por Darth Vader (David Prowse, voz de James Earl Jones). Elefantes inmensos de metal (creados con stop-motion, entre otras magias disponibles de la época) atacan a los rebeldes, quienes escapan por un pelo gracias a su ingenio. Este espectáculo, usualmente reservado para los finales de otras películas, cumple con su propósito: demostrar la incansable persistencia del Imperio.

Habiendo logrado tanto dentro de las filas de la alianza rebelde, los jóvenes protagonistas de Imperio tienen mucho que aprender: Luke es un soldado, pero todavía no es ese símbolo espiritual que necesita la galaxia; es solo alguien talentoso que necesita desesperadamente de entrenamiento. Leia Organa (Carrie Fisher) es una estratega militar respetada, que no se conoce más allá de sus títulos. Han Solo (Harrison Ford) sigue siendo un atrevido sujeto que todavía no ha respondido por pecados del pasado.

Aquí es cuando la estructura narrativa de esta secuela, todavía replicada por varias franquicias y universos compartidos (véase Avengers: Infinity War), resulta única. Luke, Han y Leia no han de salir a disfrutar otra colorida aventura. Más bien, son separados abruptamente por las circunstancias y hasta emparejados con personajes con los que solo se espera conflicto. Han y Leia son obligados a convivir en el Halcón Milenario, mientras huyen del enemigo, y Luke viaja al pantanoso planeta Dagobah para iniciar su entrenamiento como Jedi con el maestro Yoda (Frank Oz).

Desde ahí, El imperio contraataca es un festival de adversidades. Darth Vader, el antagonista del filme y uno de los villanos esenciales de la historia del cine, es un terrible enemigo. No se dejen engañar por su asmática y absurda apariencia, Vader es alguien que asesina a sus subordinados por su ineficiencia y un depredador que persigue a sus víctimas con cruel astucia. No obstante, detrás de su imponente y motivo musical yace un gran misterio: su inexplicable obsesión con el joven Skywalker. La eventual confrontación de Luke y Vader es construida como un evento del que no podemos huir, más aún si Luke decide luchar con él sin siquiera haber terminado su entrenamiento.

Con Luke en Dagobah, el equipo encabezado por Han y Leia encuentra problemas en cada instante, sea dentro de un peligroso campo de asteroides o una bellísima ciudad en las nubes, la película encuentra alivio cómico y romántico con sus circunstancias. Han y Leia deben aguantar las quejas tan honestas del droide C-3P0 y huir de la posibilidad de enamorarse.

Este romance es emocionante y natural al estar enriquecido por un diálogo que entretiene y conmueve hasta al más cínico (Te amo, dice Leia; Lo sé, responde Han). Si bien somos testigos de cuando sus pesadas personalidades empiezan a inspirarse entre sí, los creadores de esta historia nos torturan con una separación inmerecida, aplazando su reencuentro para la siguiente película.

Con respecto a Luke, sus expectativas son desafiadas por la apariencia y las palabras del maestro Yoda (Buffy en la versión de Brackett). El semblante tan reconocible de este personaje fue copiado del rostro de Stuart Freeborn, artista de maquillaje, y Albert Einstein, mientras que su voz y movimientos físicos fueron realizados por el incomparable Frank Oz. Este tutor, pequeño y verde, le enseña que las guerras no engrandecen a nadie y que no debería juzgarlo a él por su aspecto.

El tamaño, los músculos y el brío no servirán de nada si Luke no se abre a sentir la Fuerza, esta esencia que le permitirá sentir la vida a su alrededor, canalizar su energía física e incluso percibir el futuro. Por más que Luke quiera percibirse como alguien listo para cualquier aventura, Yoda lo enfrenta a la verdad incómoda de que solo es un impaciente muchachito con un carácter muy impulsivo.

Pero hay otro camino, aquel del miedo y la desesperanza. Yoda ayuda a Luke a expresar qué siente sobre su próximo duelo con Darth Vader. Luego de enfrentar una proyección de su ansiedad, el joven entiende que lo que más teme es guardar la oscuridad de Vader dentro de sí. Luke no conecta la enseñanza anterior con el amor que siente por sus amigos. Yoda le avisa que está ignorando el hecho de que, si usa sus capacidades de forma impulsiva y violenta para salir al rescate de quienes ama, escogiendo atajos antes que la prudencia, el camino al lado oscuro de la Fuerza es seguro.

Luke no escucha a Yoda. Sin terminar su entrenamiento y temeroso por el sufrimiento de Han y Leia, decide viajar a la Ciudad de las Nubes y enfrentar a Darth Vader.  La Fuerza está contigo, joven Skywalker, pero no eres un Jedi aún, es la frase con la que Vader recibe al joven que decidió enfrentarlo prácticamente con las manos vacías. El Señor Oscuro juega con su presa, mientras que el diseño de producción cambia desde un amplio cuarto de combate hasta un pasillo intimidante donde Luke debe decidir entre enfrentar una tormenta poderosa o lanzarse hacia el abismo. Vader no lo deja hacer tal cosa sin antes revelarle una verdad tan desconcertante que solo la conocían dos personas en la producción (Lucas y Kershner).

La efectividad del fracaso que se siente al final de El imperio contraataca es crédito de la construcción tan meticulosa de la trama. Haciendo justicia a las visiones tan diferentes de Lucas, Brackett y Kasdan, el producto final separa a los personajes para potenciar sorpresas emocionantes y las más definitivas consecuencias.

Kershner demostró una visión equilibrada para entregar escenas de acción monumentales (la batalla en el planeta helado de Hoth, la persecución en el campo de asteroides), y momentos dramáticos inolvidables (Han Solo despidiéndose de la Princesa Leia antes de su secuestro, Yoda utilizando la Fuerza para sacar la nave de Luke de las profundidades de un pantano para enseñarle que la estatura no determina las capacidades, y un Darth Vader esperando a su adversario en la niebla). Estos esfuerzos resultan en la experiencia más completa de la saga de Star Wars: una aventura peculiar que termina en notas oscuras y graves derrotas.

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