El despertar de la fuerza: la realidad, la ficción y su obsesión con el pasado
Esta es la séptima entrega de un ciclo retrospectivo de la épica espacial más grande de todos los tiempos: ¡Star Wars!
Esta pieza contiene spoilers.

Antes de la década pasada podíamos aceptar la promesa del fin de una franquicia. Sin embargo, entre 2001 y 2011, Jurassic Park, Harry Potter y El señor de los anillos terminaron para siempre solo para ser resucitadas en la forma de Jurassic World, Animales fantásticos y El hobbit, respectivamente. Star Wars también fue el objeto de esta tendencia. Desde que Disney compró esta propiedad intelectual en 2012, la saga ha existido para ordeñar la ansiedad de legiones de fanáticos comprometidos con películas y series interminables.
Las exigencias de Disney fueron tremendas, sobre todo para los cineastas encargados de realizar la nueva trilogía de Star Wars. La compañía quería lanzar una entrega cada dos años, a diferencia de los lapsos de tres años que caracterizaron a las trilogías anteriores, lo cual implicaría una carga física y emocional para cualquiera que quedara encargado de ellas. Desde la mesa directiva de Lucasfilm se consideró que tener a un director diferente para las próximas tres películas podría fortalecer la franquicia al integrar nuevas visiones y propósitos. Por ejemplo, las ocho películas de Harry Potter estuvieron a cargo de cuatro directores distintos que variaron y fortalecieron la presentación visual de la serie con cada entrega.
No obstante, a diferencia de Harry Potter, que tenía toda una historia planeada desde el inicio por parte de su autora, la trilogía de Star Wars fue construida en el camino con cada cineasta dejando misterios y tramas que debían ser resueltos por el siguiente. Para la primera cinta de la nueva trilogía, el director y coescritor J.J. Abrams tuvo la tarea de reintroducir a las audiencias a esa galaxia muy, muy lejana, recuperar su confianza después del fracaso narrativo de las entregas anteriores y presentar nuevos personajes que mantendrían la intriga durante los siguientes cuatro años.
Despertar una franquicia que duerme después de un final feliz es un reto que requiere que los cineastas se pregunten por qué es importante deshacer la armonía de una conclusión para desarrollar nuevas historias. Abrams y su colaborador Lawrence Kasdan descartaron las ideas que tenía George Lucas, el creador de Star Wars, para crear con libertad absoluta. Sin embargo, y sin quererlo, desataron el demonio que actualmente drena la creatividad de Hollywood: la nostalgia. Si bien en Episodio VII – El despertar de la fuerza Abrams es propositivo con su dirección, repitió la narrativa y la estética visual de la primera Star Wars, y obvió el contexto y los sacrificios realizados por los personajes al final de El regreso del Jedi, su predecesora inmediata en la cronología.
La dirección y escritura de J.J. Abrams

El despertar de la fuerza es tal vez la entrega más cinética en todo Star Wars. Desde su primer plano, Abrams se separa de las convenciones visuales de Lucas con una estética visual elaborada que parte de una cámara inquieta y fluida y un montaje preciso para colocar en marcha una historia que jamás detiene su ritmo. Abrams, en varias ocasiones, presenta diferentes composiciones en el marco de planos secuencia que jamás se distraen de su propósito de exponer información y mantener la intriga.
El director tampoco se abstiene de ser delicado y meditativo. En la introducción de Rey (Daisy Ridley), la nueva protagonista, Abrams deja que el paisaje y la música de John Williams presenten al personaje. La cámara sigue a Rey a través de un desierto inundado por naves espaciales destruidas que debe desmantelar para intercambiarlas por comida. La secuencia declara su soledad y frustración hasta que su primera línea de diálogo revela su buen corazón al ayudar a un droide indefenso.
El dinamismo de Abrams es una novedad que pierde impacto cuando presenta el mundo en el que se desarrollará la trilogía. Su estructura narrativa parece calcada de la primera Star Wars, mientras que obvia las razones de los actores que entran en conflicto en El despertar de la fuerza: la Primera Orden y la Resistencia. En ningún momento de esta película o la trilogía se explican los motivos de los bandos en conflicto. La Primera Orden es presentada como una fuerza aún más agresiva que el Imperio Galáctico, que secuestra niños para convertirlos en soldados y destruye galaxias enteras con tan solo presionar un gatillo, pero jamás se detalla un motivo plausible para su crueldad más allá de “restaurar el orden de la galaxia”. Tener villanos tan genéricos hace difícil identificarse con las motivaciones que pueden tener los nuevos protagonistas: ¿qué es lo que hace formidable a la Primera Orden? ¿Para qué la Resistencia quiere salvar a la galaxia de esta? ¿Qué cambiará dentro de los integrantes de la Resistencia si derrotan a su adversario?
La historia detrás del conflicto entre la Primera Orden y la Resistencia está desarrollada en novelas (la trilogía Aftermath de Chuck Wendig, Bloodline de Claudia Gray) que comentan cómo el Imperio sobrevivió como una contrainsurgencia que seguía cultivando la nostalgia de los conservadores de la galaxia. Recientemente, en la tercera temporada de la serie The Mandalorian también se están llenando los vacíos en la línea de tiempo entre los Episodios VI y VII. No obstante, demandar que la audiencia consuma contenido para ponerse al día en una mitología que lleva 40 años construyéndose solo para ver una película es un acto soberbio. Al mismo tiempo, esto ata las decisiones de los cineastas a un canon y no a las nuevas historias que pueden desarrollar.
Por ejemplo, en el desenlace de El regreso del Jedi se celebraba el final de la guerra civil entre el Imperio Galáctico y la Alianza Rebelde y la culminación de una trama de seis películas. El despertar de la fuerza, situada 30 años después de estos eventos, simplifica las consecuencias de este final, comentando a la audiencia que, en algún momento, la paz se arruinó y que los nuevos actores del conflicto se pelean usando la misma ropa y las mismas naves que sus predecesores. La Resistencia tiene X-Wings, tal y como la Alianza Rebelde, y la Nueva Orden tiene una Estrella de la muerte más grande y más letal que el Imperio Galáctico.
Ver El regreso del Jedi: ositos de felpa y un hombre redimido
Que la franquicia se llame Star Wars no justifica que estos conflictos simplemente existan por generación espontánea. De alguna forma, es deber los escritores involucrarnos como audiencia. La violencia que vemos en pantalla debe estar motivada, de lo contrario el espectáculo no nos conecta con su agresividad, las explosiones o los duelos con sables de luz.
Ignorar las dinámicas de este conflicto resulta en un hueco exorbitante en la trama de la franquicia. Después de los eventos de la trilogía original, no parece que el statu quo de la galaxia haya cambiado en absoluto. Como las películas anteriores no tuvieron consecuencias, El despertar de la fuerza, pese a estar impulsada por una maestría visual, termina siendo un remake que palidece ante la ambición temática de películas como La venganza de los Sith. Sin embargo, hay tintes de originalidad que sostienen a la película, sobre todo la manera en que usa a los personajes de antaño y la introducción de nuevos personajes que sufren de nostalgia.
“Lo que buscas no está detrás tuyo, sino adelante”

Para ser una película ahogada en referencias a la trilogía original y en sus vacíos argumentales, existe cierto nivel de ironía en el texto de Episodio VII cuando ofrece una interpretación particular sobre lo que implica considerar erróneamente el pasado. La Primera Orden, por ejemplo, podría categorizarse como un mamut militar obsesionado con el simbolismo del Imperio Galáctico a pesar de su historial de genocidio, tal y como los supremacistas blancos del presente están obsesionados con la maquinaria militar nazi.
Por su parte, los personajes de Despertar consideran el pasado más como un mito que como eventos que sucedieron en realidad. Personalidades que dentro de este universo deberían ser figuras históricas, como el maestro Jedi Luke Skywalker (Mark Hamill) y el contrabandista Han Solo (Harrison Ford), son recuerdos lejanos pese a su papel en la derrota del Imperio. Rey se sorprende al conocer a Solo y darse cuenta de que no es un superhéroe, sino un anciano cansado, divorciado, que decidió alejarse de su hijo descarriado. Asimismo, Finn (John Boyega), el acompañante de Rey, es un joven que creció dentro de las milicias de la Nueva Orden y que escapó solo para darse cuenta de que no conoce otro mundo más allá de la opresión en la que creció.
La trama de Abrams y Kasdan entonces presenta al pasado como un misterio que gobierna la vida de aquellos en el presente. Kylo Ren (Adam Driver), hijo de Solo y Leia Organa (Carrie Fisher), es un joven cruel y autoritario, así como un fanático de su abuelito Darth Vader, el lord Sith que atemorizó a la galaxia años atrás. Kylo está tan encantado con la posibilidad de ser tan poderoso como Vader que decide ignorar el hecho de que su abuelo se redimió por amor a sus hijos. Su obsesión con el pasado crea motivaciones destructivas en él y contradicciones que lo colocan en conflicto con Snoke (Andy Serkis), su maestro y Líder supremo de la Primera Orden, pues el vínculo que tiene con su padre y madre todavía persiste.
La nueva protagonista

La piedra en el zapato de Ren es Rey, una muchacha también determinada en su adoración del pasado. Rey, una aficionada del maestro Skywalker, es una experta en el arte marcial del bastón, una gran mecánica de aeronaves y tiene una simpatía inmensa por aquellos en apuros, pero se rehúsa a salir de su planeta a vivir aventuras porque está convencida de que los padres que la abandonaron regresarán por ella. Cada vez que la aventura la llama, Rey la rechaza por más que otros intenten convencerla de que sus padres no volverán. Por este motivo, decide enfocarse en buscar a Luke Skywalker, pues tiene la esperanza de que, al encontrarlo, hallará pertenencia en una comunidad nueva.
El punto más interesante del personaje (y el más polémico para los fans obsesivos) es su capacidad de ser autodidacta. Desde su aparición, Rey fue criticada como un personaje femenino destinado a cumplir una cuota de inclusión y ser poderosa sin ganarse sus habilidades. No obstante, nadie levantó el grito en el cielo cuando Luke Skywalker destruyó la Estrella de la Muerte luego de algunas horas de entrenamiento con un maestro Jedi o cuando el pequeño Anakin Skywalker destruyó una flota sin haber iniciado su formación como Jedi. George Lucas en ningún momento se interesó por el entrenamiento de estos hombres, dejando que su formación sucediera en la imaginación de la audiencia. Si Rey puede usar un sable de luz como una novata ante la experiencia de Kylo Ren es porque lleva años defendiéndose de sus adversarios con un bastón y construyendo sus habilidades a partir de sus errores.
En una escena, Rey es torturada psicológicamente por Kylo Ren, quien le recuerda que está esperando a una familia que no regresará. Más tarde, ella aprende y replica esta destreza en su enemigo, recordándole que es un muchacho asustado y desesperado por ser digno del legado de su abuelo. Este momento es interesante en el sentido de que estos adversarios intentan atacarse con la nostalgia del otro. No obstante, Rey aprende tanto de Ren como para darse cuenta de que puede orientar sus nuevos poderes para mirar hacia adelante junto a una nueva familia.
El pasado y el presente en conflicto

En cuanto a los personajes veteranos de la Trilogía Original, Abrams y Kasdan hacen bien al quitarles el foco de atención para concentrarse en sus personajes recién introducidos. No obstante, cuando se enfocan en ellos, los resultados son satisfactorios. La relación de Han Solo y la General Leia Organa, brevemente tratada, justifica su aparición de El despertar de la fuerza porque, si bien existía una química memorable entre ellos en las películas anteriores, eso no implicaba que fueran a convertirse en buenos padres y una pareja duradera.
La obsesión de Ren con su abuelo se salió de las manos de sus papás hasta el punto de arruinar su matrimonio. Sin tener la posibilidad de reconectarse con su hijo, Han regresa a ser un contrabandista y Leia se convierte en una líder militar. Tener a estos personajes separados hace que estemos más atentos a su conflicto interno. Episodio VII aprovecha los talentos de Harrison Ford al presentar a un Han diferente y sabio que ha dejado de ser el cínico que una vez conocimos. Más que obsesionarse con la figura heroica de Han Solo, Abrams y Kasdan reconocen cómo los años pueden pintar nuevos colores en la personalidad de personajes que creíamos conocer.
En su primera aparición en 1977, Han se convirtió en un héroe al dejar su egoísmo atrás y ayudar a la Alianza Rebelde. En El despertar de la fuerza, Solo regresa a su familia, libre de arrepentimiento, para apelar a la luz que todavía existe en el corazón de su hijo. Durante la escena más valiente de una película encerrada en una zona de confort, Han Solo confronta a su hijo, le llama por su verdadero nombre y le ofrece su amor incondicional ante la dualidad que Ren está sufriendo. Rechazar la mano de su padre y asesinarlo destruye a Kylo por dentro, pudriendo su concentración, tanto así que es derrotado y humillado por una novata sin entrenamiento como lo es Rey en un duelo de sable de luz donde la vulnerabilidad emocional de los contrincantes define al victorioso.
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Aunque de la experiencia de El despertar de la fuerza se rescata el equilibrio cuidadoso entre sus nuevos personajes y las personalidades de antaño, la presentación visual se ve disminuida por el uso repetitivo del arte y la narrativa de la trilogía original, lo cual hace de esta película un remake glorificado y no una historia cuya existencia justifica reanudar una saga que ya estaba cerrada. No obstante, en ese momento, las decisiones de Abrams y Disney podrían considerarse como un sacrificio necesario.
El Episodio VII fue un éxito comercial que unió a los fans y al resto del público alrededor de un mundo familiar y la anticipación de conocer los secretos detrás del origen de Rey y el futuro incierto de Ren. Tal vez, la siguiente película justificaría la nueva trilogía al darle la bienvenida a Rian Johnson, cineasta seleccionado para dirigir el Episodio VIII…
Otras entradas en la retrospectiva de Star Wars:
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Carlos es un médico y profesor colombiano. Descubrió su amor por el cine a los 7 años, cuando su papá le consiguió un reproductor VHS y varias cintas. Luego de ver Star Wars – Episodio III se enamoró para siempre de las salas de cine. Más adelante, se obsesionó con coleccionar películas en DVD y Blu-ray. Durante el curso de su carrera de medicina, sus amigos le convencieron de escribir sobre las cintas en su colección y henos aquí…