Chicuarotes: un reflejo doloroso de la marginación social en la era de AMLO
Disponible en:
Director: Gael García Bernal
Elenco: Benny Emmanuel, Gabriel Carbajal, Leidi Gutiérrez, Dolores Heredia, Enoc Leaño, Daniel Giménez Cacho, Ricardo Abarca, Pedro Joaquín, Esmeralda Ortiz, Silverio Palacios.
País: México
Duración: 96 min
Más información de la serie: https://www.imdb.com/title/tt4523910/
Chicuarotes es la segunda película como director de Gael García Bernal. La película obtiene su nombre de los chicuarotes, un tipo de chile de San Gregorio Atlapulco –lugar donde se desarrolla la trama y dónde fue grabada la cinta– que da su gentilicio a las personas originarias de esta región de Xochimilco.
La historia narra la vida de Cagalera (Benny Emmanuel) y su amigo, con un ligero retraso, Moloteco (Gabriel Carbajal), quienes luchan contra la pobreza, el maltrato y la marginación social. Aunque en principio, la historia podría verse como el relato de como los protagonistas, al buscar salir de la marginación, terminan delinquiendo, lo cierto es que la película no muestra la transformación de jóvenes buenos a delincuentes malos; por el contrario, desde el primer momento es claro que su ingenuidad y bondad son recuerdos lejanos borrados por las circunstancias vividas. En el mejor de los casos Chicuarotes es el retrato de un círculo vicioso. Cagalera está obsesionado con salir de aquel pueblo y de su miseria; y sin embargo cada decisión que toma lo hunde más y más en ella. Por su parte, el Moloteco es un joven que vive en medio del cerro, sin familia y en una precaria casa de madera, sin esperanza y sin futuro.
La película muestra a los personajes con sus propias carencias y problemas. La familia de Cagalera es un reflejo de lo duro que es la vida: su madre, Tonchi (Dolores Heredia), es la esposa golpeada por el abusivo marido, su hermano es el joven homosexual que esconde su sexualidad (Pedro Joaquín) so pena de ser humillado y su hermana (Esmeralda Ortiz) es la típica muchachita de secundaria que es manoseada en la calle sin poder defenderse. Todos personajes reales y crudos, moldeados como solamente un originario de la Ciudad de México podría describirlos.
La historia sigue un camino descendente a la perdición. Cagalera y Moloteco se sumergen cada vez más profundo en la delincuencia. Pasan de robar un microbús, a robar un local y de ahí para adelante ya sin posibilidad de redención. Sus objetivos, especialmente para Cagalera, son lo único valioso y por lo único que lucha. Su destrucción humana llega a tal grado de hasta considerar la violación de su novia a cambio de evitar la cárcel.
La película me parece fascinante por múltiples razones:
- Hace un reflejo certero de una sociedad descompuesta, vil y corrupta. Todos son villanos y no hay ninguna figura que pueda redimirse. Lejos de películas como Ciudad de Dios (2002) donde el personaje principal es “bueno”, en Chicuarotes, Cagalera no tiene un ápice de bondad. Al mismo tiempo, también es victima de su alcohólico padre y de una pobreza crónica. Esta película hace un retrato acertado del círculo vicioso visto comúnmente en la sociedad mexicana, pero con un resultado desconcertante y realista. Desafortunadamente, es común ver este tipo de historias famliares en nuestro México.
- Las actuaciones son fenomenales. En el cine mexicano, es común observar actuaciones teatralizadas – por ejemplo Frida (2017), Las buenas hierbas (2010) o Al fondo (2012)–, ligeramente exageradas o que no van con lo que el personaje principal debería expresar. En este sentido, Benny Emmanuel y Gabriel Carbajal son estupendos en sus actuaciones; cada palabra y cada gesto es cuál debe ser. Ningún personaje sobra, todos, hasta los vagabundos del atrio, son tan auténticos que más que cinta de ficción parece documental.
- Por otro lado, Gael Garcia se luce en la dirección, pues logra hacer que las tomas transmitan la ansiedad y el miedo de los personajes, su desesperación y su ira. Escenas intimas a las caras de los protagonistas nos permiten meternos profundamente en la piel de los personajes.
Chicuarotes es una cinta fuerte que refleja, aunque nos duela, lo podrida que está la sociedad mexicana. Una crítica social que posiblemente moleste a quienes ven la violencia como un agente externo y no endémico. La película refleja el talento y esfuerzo de Gael y del guionista Augusto Mendoza, al mostrarnos con un realismo que asusta el horrible círculo vicioso de la marginación, la pobreza y la delincuencia.

Iván Paredes es economista, esposo, padre de familia y cinéfilo. Ha colaborado en múltiples blogs sobre pobreza, arqueología y su zona favorita de la ciudad de México, Tacubaya. Ha estado involucrado desde el inicio en Palomita de maíz, presentando sus opiniones sobre el estado del cine mexicano y la relación entre el cine y la economía. Fanático de las películas mexicanas e intentando ofrecer una mirada descubridora del cine latinoamericano, en sus planes futuros está grabar un corto. Entre sus cintas favoritas se encuentran Niños del Hombre (2006), Soylent Green (1973) y Macario (1960).
El realidad la película se filmó en el mandato de EPN, cuando la idea de AMLO presidente no figuraba en la mente de nadie en absoluto.
Efectivamente Alan, la verdad es que era un titulo para atraparte. La violencia tiene mucho tiempo con nosotros, recuerdas «Los Olvidados» de Buñuel? Saludos y gracias por tu comentario.
Parede una pelicula con toda la intencion de crear un grado de amarillismo infundamentado, desde el titulo del articulo se ve, implantando la idea de la violencia como factor interno de toda sociedad, pero no observando las razones por la que esta se vuelve presente a razon de vivir un contexto de constante incertidumbre y hostilidad, una violencia externa que se quiere ocultar.