Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald – la extinción de la magia

Hace muchos años, mis papás me regalaron una copia de Harry Potter y la Piedra Filosofal en VHS. Aquel momento me inspiró a devorarme los cuatro libros que en ese momento existían de Harry Potter y seguir buscando más películas de fantasía. Casi 15 años después, me encontré a mí mismo lleno de ira en una sala de cine después de presenciar la décima entrega de esta franquicia: no esperaba que Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald fuese el momento más bajo de un universo que siempre he atesorado con cariño.
Una trama superflua
Después de los eventos de la primera Animales fantásticos, el mundo de la magia sigue en estado de alerta. Gellert Grindelwald (Johnny Depp) ha escapado de prisión y reanudado su búsqueda de Credence Barebone (Ezra Miller), un joven que guarda dentro de sí mismo una fuerza destructiva. Todos los gobiernos mágicos incurren en aumentar sus medidas de vigilancia, incluso si una pequeña parte de sus miembros está convenciéndose de los ideales supremacistas de Grindelwald. Con esta amenaza, la escritora J. K. Rowling aprovecha para reunir a los héroes de la película anterior, no para detener al malo más peligroso, sino para que vivan en una trama de dos horas y media en la que no sucede absolutamente nada.
El primer acto de Los crímenes de Grindelwald reintroduce a Newt Scamander (Eddie Redmayne), un mago entregado al cuidado de los animales, quien es presionado por varios frentes para que tome partido en la Guerra Mundial Mágica que se está gestando. Pese a ser encomendado por Albus Dumbledore (Jude Law) con la misión de encontrar a Credence en Paris antes que Grindelwald, Scamander solo acepta esta tarea al enterarse de que Tina Goldstein (Katherine Waterston), la bruja de la que está enamorado, se encuentra en la misma misión. Los dos tortolitos no son los únicos rastreando a Credence, pues Theseus (Callum Turner), hermano de Newt, así como varios agentes del Ministerio de Magia Británico, buscan aniquilarle. Mientras, el muchacho fugitivo y perseguido está en su propia misión: encontrar a su familia biológica.
Más que tener una trama infladísima, Los crímenes de Grindelwald es frustrante en el sentido de que es imposible preocuparse por cualquiera de los personajes. El dilema de Newt de escoger un bando jamás supera su superficialidad, y su relación con Tina no parece ganar ninguna energía, más allá de un malentendido que no le agrega emoción al romance. Credence solo es una herramienta para que la película justifique la trama de la siguiente película a través de conversaciones extremadamente explícitas. Su único acompañante, una joven llamada Nagini (Claudia Kim), es alguien cuyo único valor es tener el nombre de la mascota del malo principal de Harry Potter.

Otros argumentos secundarios son diseñados de forma superflua con un montón de jugadores que, si bien tienen pasados cautivadores, no tienen interés en lo que está en juego. La primera es Leta Lestrange (Zoe Kravitz), la prometida de Theseus y amiga de la infancia de Newt. La joven es introducida en la historia como alguien que siente mucha culpa y que podría tener una inclinación particular en la búsqueda de Credence, dada la posibilidad de que sea su hermano. En un flashback redundante, el secreto más pesado de Leta es revelado solo para que ella sea descartada por la historia minutos después.
La siguiente subtrama que fracasa es aquella centrada en Jacob Kowalski (Dan Fogler), una encantadora persona sin poderes, y Queenie (Alison Sudol), la hermana de Tina, una bruja capaz de escuchar la mente de los demás. Su relación es curiosa en el sentido de que Queenie manipula a Jacob con hechizos para que la relación persista, incluso si sabe que sus sentimientos hacia ella son puros. Incapaz de silenciar sus poderes y alejada de su familia, la joven cae presa de los encantos de Grindelwald.
La lengua de Gellert Grindelwald
Pese a la controversia relacionada con el casting de Johnny Depp como Gellert Grindelwald, luego de ser acusado de violencia intrafamiliar, su personaje es el único que casi funciona. La cinta se llama Los crímenes de Grindelwald no porque se muestren las masacres causadas por este tipo, sino por las horribles capacidades de su intelecto emocional. En la secuencia de acción inicial es posible reconocer la facilidad con la que Grindelwald gana seguidores cuando se revela que su lengua tuvo que ser retirada preventivamente durante su tiempo preso en Estados Unidos. Durante su escape de las autoridades, vemos que incluso los animales están obsesionados con él. Un animal en particular le entrega un afecto enternecedor hasta que Grindelwald le arroja por una ventana burlándose de su apego. Por lo menos al final de la película, Rowling le regala una pequeña victoria moral a Newt cuando una de sus mascotas le roba un artefacto importante a un hombre que subestima a toda criatura, humana o no, a su alrededor.
El mayor veneno de este hombre es su capacidad para prometer. Cuando encuentra una reliquia mágica que le permite ver el futuro, Grindelwald utiliza sus visiones para justificar su cruzada en contra de la gente no-mágica (muggles). Siendo el anfitrión de un evento político, este mago muestra los crímenes que serán cometidos por los muggles durante un conflicto que todavía no ha ocurrido hasta ese momento: la Segunda Guerra Mundial.

Entonces, los muggles no son solo perjudiciales por su condición de raza inferior sin poderes, sino que también son una amenaza por su capacidad para la violencia que les supera. Grindelwald es entonces capaz de iniciar una guerra, apelando a lo peligrosas que son las ambiciones del enemigo y escondiendo las suyas. En otro momento interesante, Grindelwald atrae a un escuadrón de funcionarios de los Ministerios de Magia inglés y francés a la reunión con sus seguidores. Consciente de que las autoridades tienen una popularidad baja en su público, provoca a sus adversarios haciendo que asesinen a una asistente, así movilizando la opinión pública a su favor. De este modo, la construcción de este antagonista constituye la pregunta dramática de todo el filme: ¿qué sucederá cuando los héroes de la historia se enfrenten físicamente a Gellert Grindelwald? La respuesta es sencilla: ABSOLUTAMENTE NADA.
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Sin un guion sólido que funcione de base, la otra persona que parece estar trabajando con toda su energía en beneficio de la película es David Yates, director de las últimas seis películas en este mundo mágico. A pesar del tiempo que lleva trabajando en esto, Yates ha logrado que cada una de sus películas se sienta distinta. Los crímenes de Grindelwald es atractiva dentro del canon de la saga. Su fotografía es práctica en iluminación, colores y atmósfera. Su diseño de producción quita el aliento: un circo en París, un archivo gigantesco en el Ministerio de Magia francés, la casa de Newt Scamander, etc. El vestuario es tan detallado que es casi posible olvidar lo pobre que es la caracterización de los personajes.
Todavía no puedo creer cómo una película tan agradable para los ojos como Los crímenes de Grindelwald sea la peor entrega de la serie. El poco esmero en el guion de J. K. Rowling impide desear continuar viendo esta fase de la franquicia. ¡Un reparto de élite y un equipo técnico verdaderamente desperdiciado! No sé cómo la siguiente entrega en la saga, Los secretos de Dumbledore, vaya a ser capaz de remediar una historia tan carente de corazón como la que llevamos viendo desde que conocimos a Newt Scamander y sus amigos.

Carlos es un médico y profesor colombiano. Descubrió su amor por el cine a los 7 años, cuando su papá le consiguió un reproductor VHS y varias cintas. Luego de ver Star Wars – Episodio III se enamoró para siempre de las salas de cine. Más adelante, se obsesionó con coleccionar películas en DVD y Blu-ray. Durante el curso de su carrera de medicina, sus amigos le convencieron de escribir sobre las cintas en su colección y henos aquí…