Andrei Tarkovsky: el ruso que conquistó el mundo
Andrei Arsenyevich Tarkovsky murió un día como hoy – 29 de diciembre – pero de 1986. Un terrible cáncer de pulmón acabó con él, pero no con su legado. Tarkovsky, para los que no lo ubican, fue un director de cine y escritor ruso considerado por muchos como uno de los más grandes directores en la historia del cine. Tarkovsky estudió cine en el Gerasimov Institute of Cinematography de Moscú, la escuela de cine más antigua en el mundo.
Si nunca han visto una de sus cintas pueden sentirse excusados. Adentrarse en la filmografía de Tarkovsky no es tarea sencilla. A veces es necesario repasar sus cintas un par de veces, ya sea para entender su significado, solo para admirarlas, o para cuestionarnos qué relación tienen sus encuadres con el tema principal de la película. Aunque breve y concisa – tiene 12 títulos bajo su nombre – la filmografía de Tarkovsky es un regalo que solo con los años y la experiencia podemos apreciar, ya sea para entenderlo maravillarnos ante su obra.
A continuación, se esbozan tres de sus filmes más importantes, algunos usados como propaganda política y otros como alerta sobre el inminente final de este planeta. Así, pues, celebremos la vida de Tarkovsky en el aniversario de su muerte.
La Infancia de Iván (1962)
La Infancia de Iván es el primer largometraje de Tarkovsky que se basa en Iván, el cuento de Vladimir Bogomolov de 1957. Esta película cuenta la infancia de Iván, cuyos padres fueron asesinados por las fuerzas invasoras alemanas. Esta cinta ganó el León de Oro en el Festival de Cine de Venecia y el Premio Golden Gate en el Festival Internacional de Cine de San Francisco.
Iván es interpretado por Nikolai Burlyayev, uno de los pocos actores que trabajaron con Tarkovski en más de una película, al aparecer también en Andrei Rublev (1966). A lo largo del largometraje, Iván vive de primera instancia las cicatrices de la guerra, al mismo tiempo que muestra su convicción de que la patria (URSS) no puede ser derrotada. La cinta, aprobada por los soviéticos, muestra los excesos de los alemanes y, con ciertos matices, también refleja tangencialmente la dureza de los generales rusos, aunque siempre desde una óptica más benigna. Cabe señalar que esta cinta es de las más cortas de duración en la filmografía de Tarkovski.
La infancia de Iván atrajo las miradas de todo el mundo. Jean-Paul Sartre escribió un artículo sobre la película diciendo que era una de las más hermosas que había visto en su vida.
Solaris (1972)
Solaris es quizá la película soviética de ciencia ficción más conocida de todos los tiempos y es también la obra de Tarkovsky que tuvo mayor reconocimiento en el exterior. Basada en la novela homónima del escritor polaco Stanisław Lem y complicada como todo el cine de Tarkovsky, Solaris narra lo que le sucede al investigador Kris Kelvin (Donatas Banionis) cuando es enviado a investigar lo que sucede en el planeta Solaris, específicamente en una estación de investigación que lo órbita.
Kris se encuentra con una tripulación desolada y cansada, acosada por sus propios recuerdos que son materializados “mágicamente” por una fuerza desconocida en el planeta al que investigan. En particular, la difunta esposa de Kris, Hari (Natalya Bondarchuk) se le aparece en su camarote.
Solaris se estrenó en el Festival de Cannes de 1972, ganando el Gran Premio del Jurado y el premio FIPRESCI, y convirtiéndose en un fenómeno internacional. Las propias autoridades de la URSS, que antes de ello habían sido reacias con su trabajo, la promovieron como la gran respuesta rusa a 2001: Odisea en el espacio. Aunque lo cierto es que el enfoque de cada una de las cintas no podría ser más diferente. Mientras que el clásico de Kubrick se enfoca en la evolución del ser humano, Solaris habla de la soledad y de lo que nos hace ser humanos.
Solaris también destaca por haber presentado el encuentro de dos grandes. Fue precisamente durante el rodaje de esta cinta que Akira Kurosawa y Andrey Tarkovsky se conocieron. Al respecto Kurosawa dijo después de ver la película: [1]
“Tarkovsky estaba a mi lado. Estaba en un rincón del estudio. Cuando la película terminó, se puso de pie, me miró como si se sintiese empequeñecido. ‘Muy bien’, le dije, ‘me ha hecho sentir verdadero miedo’. Tarkovsky sonrió con timidez, pero feliz. Brindamos con vodka en el restaurante del Instituto Fílmico. Tarkovsky, que no solía beber, tomó aquella noche mucho vodka e incluso llegó a apagar el equipo de sonido del restaurante y comenzó a cantar la canción del samurái de ‘Los siete samuráis’, a voz en grito.
Y como si se tratase de una competencia, me uní a él. Porque en ese momento me sentía muy feliz de encontrarme viviendo en la Tierra.”
La película no es fácil de ver; sin embargo, bellas tomas y una sensación de soledad nos acompañan a lo largo de su duración. Aun cuando la trama es lenta, nos sentimos inmiscuidos en un mundo diferente y ajeno. Son tantas las escenas de belleza primorosa y silencio pavoroso que uno entiende por qué esta cinta es una de las más aplaudidas de la historia.
Sacrificio (1986)
Sacrificio es la última película dirigida por Tarkovsky, estrenada en el Festival de Cannes el 9 de mayo de 1986. Una cinta triste no solo por mostrar los horrores de la guerra nuclear, sino porque para cuando Tarkovski la grababa, su cáncer avanzaba imparablemente sobre sus órganos.
El filme narra lo que le sucede al periodista Alexander (Erland Josephson) en el día se cumpleaños. La historia de Alexander se cuenta paralelamente a la de su hijo mudo (Tommy Kjellqvist) y su esposa Adelaide (Susan Fleetwood). A media tarde de aquel día, inicia una guerra nuclear, transformando y mostrando una cara distinta a la que antes habían presentado. La única posibilidad de sobrevivir se vuelve el propio sacrificio de lo más amado, por lo que, al final, esto se materializa a través de las acciones de Alexander. Con un final que no es del todo claro, Tarkovski se despide.
Sacrificio evoca muchos sentimientos, desde el deseo de volver a iniciar con todo – una especie de borrón y cuenta nueva de la vida – hasta una sensación de esperanza ante el porvenir. La cinta ha servido de inspiración para sinfín de cintas, incluyendo, por ejemplo, Donnie Darko (2001) en donde el sacrifico propio sobre lo que más se ama es el catalizador del cambio.
Así como Solaris sirvió para el encuentro de dos grandes, Sacrificio le permitió a Tarkovsky trabajar con varios miembros del equipo de Ingmar Bergman, específicamente su director de fotografía: Sven Nykvist. De hecho, fue en gran parte gracias a Bergman que Tarkovsky llegó a Suecia para filmar la película.
Los meses pasaron rápidamente desde la conclusión de la película – incluyendo su estreno en Cannes – hasta diciembre de 1986, cuando su muerte se volvió hecho consumado. Al final, mientras la Guerra Fría seguía, los soviéticos perdían al más grande director que ha dado Rusia.

Iván Paredes es economista, esposo, padre de familia y cinéfilo. Ha colaborado en múltiples blogs sobre pobreza, arqueología y su zona favorita de la ciudad de México, Tacubaya. Ha estado involucrado desde el inicio en Palomita de maíz, presentando sus opiniones sobre el estado del cine mexicano y la relación entre el cine y la economía. Fanático de las películas mexicanas e intentando ofrecer una mirada descubridora del cine latinoamericano, en sus planes futuros está grabar un corto. Entre sus cintas favoritas se encuentran Niños del Hombre (2006), Soylent Green (1973) y Macario (1960).