AMPAS realiza cambios desesperados, e infames, a los Premios Óscar
El miércoles pasado, la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas (AMPAS, por su nombre en inglés) anunció la introducción de tres cambios en los Premios Óscar:
1. La adición de una nueva categoría, la cual estará diseñada para reconocer las “películas populares”.
2. La premiación de 2020 se presentará un par de semanas antes de lo habitual. La fecha definida es el 9 de febrero.
3. La transmisión televisiva será “más accesible globalmente”, por lo que reducirán el tiempo de duración de 4 a 3 horas.
THR publicó que ciertas categorías técnicas serán galardonadas durante los comerciales televisivos, posteriormente estos momentos serán editados para ser presentados a lo largo de la transmisión y de esta forma reducir la duración del evento. De igual forma, se especificó que la introducción de la nueva categoría será para la edición de 2019 y que próximamente se presentarán más detalles respecto a su diseño.Como amante del cine, y fiel espectadora y seguidora de los Premios Óscar desde que tengo memoria, este anuncio me resultó indignante y preocupante. En especial, en relación con los puntos 1 y 3. En cuanto al punto 2, yo no le veo mucho problema, aunque algunos críticos de cine y periodistas han puesto el grito en el cielo. Si quieren leer más al respecto, les dejo un artículo que analiza este punto.
Las medidas relacionadas con la duración de la trasmisión y la introducción de la nueva categoría parecen ser decisiones fáciles y simplificadas para atender la preocupación actual de AMPAS y ABC, la cadena televisiva que transmite los Premios en Estados Unidos: mejorar los ratings. Simplemente la edición 90, desarrollada este año, fue la transmisión con el menor número de espectadores en la historia (26.5 millones). De igual forma, con estos cambios también se busca atraer a una audiencia más joven.
Sin embargo, estas medidas son un intento desesperado en busca de un grupo de espectadores que difícilmente obtendrán, a costa de los intereses de los cinéfilos leales que siempre ven la transmisión de los Premios Óscar, sin importar los montajes insufribles que se presenten o las horas invertidas. Con los cambios anunciados, AMPAS está cometiendo dos errores fundamentales:
1. Desacreditan a los mismos Premios Óscar, ya que reducen su relevancia y valor artístico al dejar ver que su estructura, y por consiguiente el arte celebrado, pueden ser moldeados para dar respuesta a los ratings. No cabe duda de que estos son un punto importante de su supervivencia; sin embargo, no deben ser la razón detrás de los cambios estructurales que se realicen. Cualquier modificación realizada debería dar respuesta a las necesidades artísticas y representativas, no a los ratings. Y, de hecho, quizás, al tomar decisiones con base en este tipo de variables, se podría atraer a más gente de manera orgánica y natural.
2. Demeritan el arduo trabajo realizado por parte de los equipos creativos detrás las cintas nominadas. Por un lado, la introducción de la categoría “Mejor película popular” resulta una ofensa para todas las cintas nominadas, ya sea para las que califican en la categoría clásica de “Mejor película”, como para las que entran en esta nueva categoría. ¿En qué categoría convendría participar? ¿Es malo no ser popular? De hecho, los Premios Óscar sirven como la herramienta perfecta de promoción para incrementar la popularidad de las cintas nominadas mientras se encuentran en cartelera, sin importar que sean producciones independientes o de grandes estudios. ¿Cuál es la necesidad de hacer esta distinción entre las mejores películas del año?
Hacer este tipo de diferenciaciones amenaza que la definición de las reglas y la elección de las cintas nominadas se realice bajo una nube de subjetividad, conveniencia y uso de dobles estándares. Se supone que los Óscares premian lo mejor del cine año con año. Sin embargo, nada nos asegura que para la definición de los nominados y ganadores en ambas categorías se ocuparán los mismos estándares de calidad: por ejemplo, ¿una cinta es lo suficientemente buena para entrar en la categoría popular pero no en la principal? ¿simplemente cómo se define el alcance de “popularidad”?
Por el otro lado, el hecho de no incluir a todos los ganadores en la transmisión en vivo manda el mensaje de que ciertas categorías no son suficientemente valiosas o dignas de atención, en comparación con las categorías “populares”. De esta forma, la Academia manda un mensaje contradictorio e hipócrita: la popularidad es una característica demeritoria en las nominaciones a “Mejor película”, pero suficientemente importante en la selección de las categorías dignas de la transmisión en vivo.
Categoría “Logro sobresaliente en película popular”
Con la introducción de esta categoría, AMPAS demuestra su resistencia a aceptar la calidad de las películas grandes, ruidosas y exitosas. ¿En qué momento una película popular no puede ser la mejor película del año? ¿Por qué debería existir una separación entre calidad y popularidad? ¿Qué mérito se obtendría al ganar el Óscar por mejor película popular del año?
La definición de esta categoría se vuelve más sospechosa y reprobable al considerar el buen año que diversas cintas de acción y de superhéroes han tenido entre la crítica y la audiencia. Por primera vez desde The Dark Knight, existe la posibilidad de que cintas como Black Panther, Avengers: Infinity War, o incluso, Mission: Impossible – Fallout (en ese orden) obtengan la nominación a Mejor película, y de manera merecida. ¿Por qué no se puede ver esto de manera positiva y celebrar el hecho de que estas cintas se realicen con tan alto nivel de calidad? ¿Por qué quitarles el mérito y relegarlas a categorías ridículas como “Mejor película popular” cuando su valor cinematográfico es más grande que eso?
El punto de la premiación es reconocer a la mejor película del año, sin importar su presupuesto, estudio o ganancias. Es momento de que la Academia deje de rechazar estas grandes producciones, así como de apoyar aquellas películas que tienen el discurso “Oscarense” y que cubren todas las casillas que AMPAS tradicionalmente adora, sin ser necesariamente la mejor cinta del año (¿The King’s Speech sobre Inception o The Social Network? ¿Slumdog Millionaire o The Reader sobre The Dark Knight (la cual por cierto ni siquiera fue nominada)? ¿¡En serio?!).
Disminución del tiempo de transmisión a través del sacrificio de categorías técnicas
Es comprensible, y nada sorprendente, que las cuatro horas de duración de los Premios Óscar (incluyendo la media hora de alfombra roja oficial) sean una de las principales preocupaciones de la Academia, pues en ocasiones, es todo un desafío aguantar toda la transmisión. No obstante, es importante recordar que las personas que año con año ven toda la premiación, lo hacen con conocimiento y aceptan que pasarán cuatro horas en frente de la televisión. Cabe aclarar que no tengo ningún inconveniente en que acorten la transmisión, el problema recae en lo que se dejará de ver para eliminar 60 minutos de duración.
La reducción de una hora de transmisión no garantiza mejores ratings, y mucho menos el involucramiento de la población juvenil, la cual tiene poco interés en las premiaciones. Consecuentemente, lo único que la Academia obtendrá es el enojo de espectadores veteranos y el continuo desinterés del público objetivo.
Además, es importante recordar que el público constante tiene un interés que va más allá de las categorías populares, y por lo general, también se involucra con las categorías especializadas, las cuales, a propósito, han obtenido mayor atención. La popularidad de las categorías de los Premios Óscar ya no es tan selectiva como antes, por lo que categorías como Mejor cinematografía, Mejor banda sonora, Mejor guion original y adaptado, o Mejor edición tienen mayor relevancia y exposición, en comparación a décadas anteriores.
Cualquier categoría, así como ganador, que se elimine de la transmisión en vivo correrá el riesgo del anonimato. Todo esfuerzo y trabajo arduo merece la misma atención que el resto de los artistas involucrados en las cintas. No es justo que el momento de reconocimiento de los creadores se pierda simplemente porque la categoría no es lo suficientemente atractiva o popular, o porque las personas involucradas no tienen el mismo nivel de exposición que los actores o directores. ¿Cómo se atreve la Academia a eliminar estos breves momentos de inspiración y magia?


¿Entonces qué se puede hacer?
¿Los Óscares necesitan un cambio? Absolutamente. ¿La transmisión se vería beneficiada por menos horas de duración? Definitivamente. ¿Es importante mejorar los ratings para asegurar futuras transmisiones? Supongo.
No queda duda de que la Academia se vería beneficiada por uno que otro cambio productivo en la entrega de los Premios Óscar. El mundo del cine se encuentra en un periodo revolucionario en el que nuevas tecnologías y artistas han cambiado la forma en que se hacen las películas. Adicionalmente, no se puede ignorar el cambio cultural y social a partir de situaciones como #OscarsSoWhite o los movimientos #MeToo y #TimesUp. La Academia debe enfocarse en reflejar este nuevo panorama.
El primer paso ya se dio este año con la inclusión histórica de 958 nuevos miembros a AMPAS, provenientes de 59 países distintos. Considerando que los nuevos miembros entraron después de la ceremonia de este año, será hasta las nominaciones de 2019 cuando se verá el cambio que esta nueva diversidad trae a la mesa. A lo mejor hubiera sido conveniente ver los resultados de esta nueva integración y ya, bajo esta nueva realidad, evaluar los posibles cambios.
En segundo lugar, es cierto que ciertas categorías deberían incluirse para hacer más representativo el proceso de premiación. Por un lado, existen algunas que debieron integrarse hace mucho tiempo, incluidas Mejor director de casting o Mejor elenco. Por el otro lado, podrían incluirse categorías nuevas que darían voz y reconocimiento a aquellos oficios técnicos que han incrementado su valor a lo largo de los años, incluidas Mejor director de coreografía, Mejor coordinación de dobles, Mejor actuación de voz o Mejor actuación en captura de movimiento (es para que Andy Serkins ya llevara más de un Óscar).
Por último, en cuanto a la duración del evento, se podrían quitar o reducir secciones del show, antes de eliminar la premiación de cualquier categoría. Es común que cada año los productores de la ceremonia incluyan algún montaje “divertido” o “chusco”, ¿recuerdan el año pasado cuándo varios actores interrumpieron una función de A Wringle in Time? ¿o cuándo en 2017 varios turistas se colaron en la transmisión? Definitivamente estos intentos de comedia se podrían eliminar y nadie los extrañaría.
AMPAS debe recordar el valor invaluable que tiene en la celebración del séptimo arte. De hecho, es alentador que esté dispuesta a realizar cambios; sin embargo, es decepcionante ver el motor detrás de estas modificaciones y el resultado que esto ha tenido en la toma de decisiones. De igual forma, es vital que la Academia no olvide el valor de las películas y lo difícil que es la realización de una cinta buena, sin importar su tamaño o su reconocimiento popular. Una buena película es una buena película, por lo que debería ser reconocida como tal.
Originaria de la Ciudad de México, Alessandra considera al cine como su gran amor. Fanática empedernida de Paul Newman y La Momia (1999), y dueña de una facilidad envidiable para aprenderse diálogos innecesarios para la vida real, en 2017 fundó Palomita de maíz. Aquí escribe constantemente sobre cine y televisión. También pueden encontrar sus palabras en sitios como InSession Film, Filmotomy, Cherry Picks y Screen Queens.